jueves, 26 de febrero de 2009

Consigna 4




Personaje: Niñato con madre

"Se creen que porque soy mudo también soy tarado, pero no. Y no le creo a mamá que la loca que escupía como Sosa, el pibe de séptimo que se tira garzos de dos metros, es la presidenta de la cooperadora de la salita de primeros auxilios de Villa Santa, la villa que está a cuatro cuadras de la canchita. Que porque la vio sacada aceleró el paso. No. Yo sé que no fue por eso, porque yo seré mudo pero no soy sordo y oí cuando la vieja le gritaba a mi mamá que cuándo me iba a decir la verdad sobre mi papá. Y yo un poco sé la verdad porque seré mudo pero no soy ciego y noto las diferencias que hay entre mi pelo y el de mis hermanos y entre mi cara y la de mi papá. Además la vieja gritaba que yo soy un calco de “su Willy” y que ya iba a venir por mí mientras mi mamá me tironaba de la manga para que yo la siguiera. Y yo no sé quien es “su Willy”, porque seré mudo pero no adivino, pero me dan ganas de ser igual a alguien que se llame Willy, porque Willy se llamaba ese señor que una vez me regaló la cartuchera de River, la camiseta y la Nro. 5 de cuero original, esa que mi viejo no quiere que use porque dice que si arriba de mudo soy gallina el me va a meter en uno de esos colegios que solo te dejan salir los fines de semana, y está bien que yo sea sordo, pero no soy boludo y para qué quiero salir los fines de semana si no voy a poder ir a jugar al futbol con la camiseta que me regaló Willy, así que uso la de Platense que lo pone de mejor humor a mi viejo y me deja ir a la canchita un rato todos los días. Igual, para adentro yo sigo siendo de River aunque por afuera yo me vista de calamar y piense “dale marrón” como si me importara.
Algún día, cuando vuelva a ver a Willy yo le voy a pedir que me lleve con él a la cancha así yo puedo gritar tranquilo que, aunque parezca de Platense soy de River y que aunque parezca que soy hijo de mi viejo, yo lo quiero a él. Porque yo seré mudo, pero ese día, cuando entre a la cancha de la mano de Willy, los dos con la misma camiseta, la puta madre que pienso gritar!"

Paula

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Yo, Alan Schenkler

Como es de público conocimiento, la imagen de William ha tomado gran relevancia mediática por las numerosas acusaciones que lo incriminan (según muestra abuela Nelly, injustamente).
En justo mencionar que, entre el ejército de admiradoras de toda especie que lo acosan sin descanso, ella es la número uno, la que lleva el estandarte del hidalgo Schenkler.
¿De qué no sería capaz por sostener el buen nombre y la noble estirpe de su ario heredero, sangre de su sangre y saliva de su saliva, máxima manifestación de pureza y hombría, su perfecto legado a esta pestilente humanidad mestiza? Blandiendo con bravura su cartera de cuero de auténtica mamba negra, enfrenta sin temor a detractores, enemigos y envidiosos, lanzando a diestra y siniestra temerarios y gelatinosos escupitajos que, cual hierro candente, marcarán a fuego la piel de la insolente chusma mestiza.

Volviendo a William, su blonda cabellera le abrió desde un principio las puertas del mundo, y fue bautizado en descarada referencia a otros grandes de la historia universal, la cultura y las luminarias hollywoodensens: Shakespeare, Blake, Holden, Hurt.
Ofuscados con mi oscura condición, en cambio –aunque primogénito legítimo-, mis padres optaron por atacharme un insípido Alan, sin más resonancia que un afrancesado Pauls o un sudaca García (si hasta en los círculos más íntimos hay quienes todavía me llaman Noemí).

En mi defensa, francamente no puedo alegar casi nada. Como todo hermano mayor, sólo aspiré a ser un ejemplo para él, y ahora me sorprendo invadido por un insano y profundo anhelo de venganza. El final de la historia ya está casi contado: como en La máscara de hierro, el malo acabó usurpando el estrellato arrebatado al bueno. Así pues, preso William, soy como un payaso segundón sin corcel ni armadura. Los borrachos del tablón me perdieron rápidamente el respeto y empezaron a llamarme conchita.
Pero Barreda es un viejo estúpido y miserable, y no quiero acabar como él. Por eso me entregué a la justicia. Ahora voy a contar mi verdad.

Daniel R.

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LA ABUELA DE WILLIAM SCHENKLER ROMPE EL SILENCIO Y SE QUIEBRA


Entrevista exclusiva con Nely de Schenkler, abuela de William Schenkler, sospechoso de haber asesinado al hincha Gonzalo Acro. Detalles íntimos de la conversación y del momento en que la abuela se quiebra.


Ingresando al apartamento de Doña Nely en Barrio Norte, la tranquilidad de un ambiente acogedor nos recibe cálidamente cambiando la perspectiva de lo que esperábamos encontrar. Nos recibe con una sonrisa, nos ofrece una bebida energizante con buñuelos y nos confiesa su necesidad de contar todo. Prende un incienso indio con perfume a rosas nuevadelianas y pone una tenue música chill out.

En el palier de ingreso, en un lugar destacado, se encuentra una foto tamaño natural de su nieto con el Beto Alonso, ambos sonriendo. Delante del mismo hay velas encendidas e imágenes religiosas a modo de un pequeño e improvisado santuario por la liberación de William. Y de paso porque el Beto sea el próximo presidente de River. No faltan tampoco muñecos de hinchas de Boca con múltiples agujas clavadas en sus penes.

Al principio Nely da una imagen de señora culta y educada, muy contraria a la que cobró notoriedad y le valió el mote de “guanaca”. Se nota el esfuerzo por cambiar su imagen de los últimos días. Se la nota relajada.

-Periodista: ¿por qué se ha decidido a contar toda su verdad, cuando su relación con la prensa había sido tan tormentosa?

-Nely: porque estoy indignada con tantas mentiras que andan dando vueltas, por mi dignidad y la de mi familia y porque su revista me ofreció 20.000 pesos. Como comprenderán debo pagar abogados y llevar la merienda a mi nietito.

-Periodista: ¿Qué es lo primero que quisiera contarnos, Doña Nely?

-Nely: Primero quisiera manifestar que no soy una guanaca. Eso me ofendió mucho. Hirió mi autoestima. La escupida fue casi inconsciente, venía acumulando rabia y saliva por la injusticia existente en el caso de mi nieto, y la forma vil en que el periodismo estaba informando del caso. Así fue como me brotó el esputo naturalmente contra esos periodistas infames. Otra cosa que quisiera aclarar es que William no es uruguayo y que no tenemos nada que ver con los Schoklender.

-Periodista: ¿Está arrepentida entonces por lo del escupitajo?

-Nelly: No sé qué decirle… evidentemente no estuvo bien desde el punto de vista formal y salival, pero ¿qué hubiera hecho usted con tanta tensión, tanto gargajo acumulado? No me parece que sea para tanto, cuando en esta ciudad todo el mundo se caga en todo, especialmente los que pasean a los perros. Riquelme vive escupiendo y nadie le dice nada porque es de Boca.

Periodista: Ha trascendido que usted ha tenido antecedentes de violencia y de arrestos de locura, sumado a cuadros de desequilibrio emocional. ¿Son ciertas estas especies?

Nely: ¡Mira querido, a mi las especias me importan un comino! Aquí la realidad indica que el turro de Martí n Lococo, cuyo apellido lo dice todo y Andrés Torres, pariente de Jaime Torres y con vinculaciones mafiosas dentro del folklore argentino, son los responsables materiales, musicales e intelectuales del asesinato del zopenco de Acro. No hay charango que no lo sepa. Todo esto está relacionado con la mafia de la efedrina y con los narcos colombianos hechos boleta en el Shopping Unicenter. Además los yogures descremados producen cáncer al igual que el Chucker.

Periodista: ¿Por qué llama zopenco al difunto Acro?

Nely: Él fue quien provocó con sus amistades mafiosas a los sicarios Torres y Lococo. Además la esposa de Torres miente con respecto a su marido. Él nunca fue del calamar, ni del mejillón ni de ningún molusco. La policía debería profundizar en esas falacias y dar luz acerca de la diferencia entre la Coca Light y la Coca Zero. ¿Cuál de las dos produce cáncer?

Periodista: Perdón Doña Nely, pero me parece que está desvariando y demostrando que es cierto eso de sus antecedentes de desequilibrios síquicos y paranoias.

Nely: No me provoques que te escupo un ojo, ehhh!!!??? Si se investigara la conexión chavista y bostera del maletín de Antonini no queda títere sin cabeza. Mi nieto siempre es acusado de cosas inventadas. Que haya pisado pollitos de chico, metido lauchitas en hormigueros o tocado cuanto culo de compañerita del colegio se le cruzara, no significa que no tenga un corazón clandestino o un inconsciente colectivo. A él le tienen envidia porque es lindo, las mujeres policías de la seccional lo provocan, se le entregan por una pizza, y hasta los oficiales le piden besitos y que los espose. Es inhumano estar detenido en esas condiciones. De allí que estoy presentando ante la AFA una denuncia por violación a los jiumanraits por las condiciones carcelarias de mi nieto. Nadie se merece sufrir así. Y es la décima vez que está detenido desde aquel cargo falso de zoofilia en un gallinero. Bosteros de mierda lo acusaron.

Periodista: Una reflexión final, Señora Nely.

Nely: Gracias. Quisiera decir como comentario final y con la tranquilidad que me caracteriza, que esto se vincula a que River salió campeón y que no se lo bancan. Muy humildemente les digo que se vayan todos a la puta madre que los parió, en particular a Palermo, a Roberto Giordano y a Carlitos Ischia. Que Moreno se deje de inventar estadísticas que lo único que sirven es para condenar a mi nieto. Reitero su inocencia y mi estado óptimo de salud mental, y que los químicos que le ponen a la lechuga van a producir generaciones de argentinos deformes, hinchas de Boca y peronistas. Y vos fotógrafo ortiva no me saques más fotos que te gargajeo… ¡!Viva River Carajo!!
De esta forma, Nely, fuera de sí, se levanta intempestivamente y se quiebra … los dedos de la mano al sopapear al fotógrafo y poner fin violentamente a la entrevista.

Claudio, exclusivo para la Revista Billiken

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Brava

Hay una pared verde, descascarada. En la parte de arriba tiene una ventanita rectangular, con barrotes. Si me paro en puntas de pie y me estiro bien puedo ver el patio, donde estacionan los patrulleros. Los canas van y vienen, consultándose cosas. A veces veo a los dos que me
interrogaron. Hijos de puta.
Cardoso también es cana, pero es un buen tipo y me trata bien. Será porque es hincha de River. Esta mañana me trajo el diario y me mostró la foto de mi abuela escupiéndole al fotógrafo. Con la cabeza levantada, parece Tita Merello. Nos cagamos de la risa. Lo lindo es que ella no me había dicho nada de lo que pasó, ese día.
Es brava la vieja. Abajo de la foto dice que la abuela esputa. ¿Cómo lo supieron? No, no pueden saberlo. Yo creo que ni siquiera Alan lo sabe. Es un secreto que la abuela me contó a mí solo. Pero eso fué hace mucho tiempo. Ella trabajaba en los piringundines del bajo. Era muy joven. Un día, me contó, un cliente le pegó. Ella sacó un cuchillo y se lo clavó en la barriga.
Es muy brava la vieja. ¿Será por eso que nosotros también somos bravos? Ella me trae la merienda, se sienta en el camastro, me mira con una mirada terrible y me dice, con voz muy firme : Vos no hiciste nada, Mito. ¿Me entendés? No hiciste nada. Yo la escucho, tieso, y casi me lo creo. Si, abu, le digo, yo no hice nada.
Pobre Gonzalo. Ahora que está muerto me da un poco de lástima. Me acuerdo cuando íbamos juntos a la secundaria. También íbamos al gimnasio, a hacer complemento de pesas y natación. Éramos muy amigos en esa época. Hasta que pasó lo de la Estelita. Estelita era mi novia, pero también era la novia de él. La muy turra cogía con los dos.
Yo lo desafié y fuimos al potrero de la calle Monroe. Alan, Lucho, Miguelito y Juan nos miraban y cuidaban la puerta de la tapia.
Estuvimos como una hora cagándonos a trompadas. Él quedó mormoso y yo apenas si podía caminar. Pero eran cosas de muchachos.

Después de un tiempo volvimos a ser amigos. Ibamos a la cancha, un domingo y otro, a ver a River. Hasta que un día nos pudimos meter en la barra. Los borrachos del tablón. Cuando entrábamos todos a la tribuna, apenas comenzado el partido, era lindo verlo al Gonzalo
delante mío, a los empujones, tirando de la bandera con una mano, a los gritos, levantando la otra mano con el puño cerrado. Toda la cancha se quedaba en silencio, por un momento, y nos miraban. Qué tiempos.

Pero después vinieron los problemas con la guita. Y como dice la abuela, con la guita no se jode. Porque la guita no se reparte, sobre todo si es mucha. Como no pudimos repartirnos a la Estelita. O de uno solo o de ninguno. No hay lugar para dos. Así que otra vez tuvimos que pelear. Pero claro, ya no somos muchachos. Esta vez fue a matar o morir.

Dentro de un rato va a venir la abuela con la merienda. Espero que se siente y me mire fijo, como otras veces, y me convenza. Si, abu, yo no hice nada. Es tan brava la vieja.

Octavio

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La periodista

Estoy harta de este trabajo de porquería. Harta del débil mental de mi jefe y de sus ideas conventilleras acerca del periodismo. La verdad, no puedo creer que tenga que bancarme estas cosas para poder ser una periodista de renombre, respetada por mis colegas y esperada por mis lectores. Pero en vez de eso, estoy en esta seccionsucha de cuarta de un pasquín miserable y complaciente, cubriendo las notas menos interesantes de todas, las policiales, que jamás se leen a menos que el muerto tenga plata o se lo relacione sentimentalmente con un político. Después, nada. Yo puedo agarrar y escribir cualquier inexactitud que nadie lo lee. Es pura frustración. Mi editor es débil mental y usa un traje con olor a polilla que detesto. Además tiene caspa y tose sin taparse la boca. Lo peor de todo es que ahora que por fin se fijó en mi clase distintiva a la hora de escribir y parecía dispuesto a enviarme a la sección de ensayistas o crítica literaria, se le ocurrió que lo que me faltaba era "calle" y me mandó a cubrir algo que para mí es lo menos, o sea, una cuestión de barrabravas. Lo que se dice un asunto de cuarta. No sólo tengo que lidiar con criminales y reos, sino que ahora con criminales y fútbol.
Pero bueno fui y la verdad, no pudo haberme ido peor.
Para empezar no tenía idea, imaginense, de quien era el tal Schlekner o como se diga, ni por que estaba detenido. Seguro que por ser un grasa hincha de un club de fútbol, por estar traspirado y sucio o por comerse las eses. No me importaba. Pensaba escribir cualquier verdura y mandarla a la redacción y punto. Así que fui hasta la comisaría (se iba poniendo todo peor, barrabravas y policías, un quemo) y me puse a esperar a que trajeran al bendito barrabrava, para que mi fotografo hiciera su trabajo mientras yo fingía tomar notas en mi libretita para pasar el tiempo. La gente se agolpaba, apareció el abogado del chico y todos corrieron a hacerle pregutnas, que yo después copié de la libreta de una colega que es buena onda. Se fue haciendo de tarde, se corría el rumor de que iba a salir William para un traslado, y ví llegar a los representantes más bajos del periodismo de espectáculos, carroñeros y chimenteros que venían a sacar provecho de la situación. Así que soy una de esas, pensé, y me deprimí un poco más hasta que lo vi bajar del móvil.
Era alto, rubio, tenía los dientes más perfectos que había visto en mi vida. Se me cayó la libreta y no pude mirarlo más, pero corrí a apretujarme con el resto para poder verlo de vuelta. De atrás, se veía que usaba una camisa negra y anteojos oscuros, lo cual era medio grasa pero no me importaba. Le grité con todas mis fuerzas porque pasaba de largo y no hacía declaraciones y él me escuchó. Sintió las cuerdas húmedas de voz llamarlo con el corazón porque se dio vuelta y me buscó. Notó la diferencia de clase en mi perfecta dicción al mencionar su nombre anglosajón y me encontró con la mirada entre todos los periodistas que habían sido eludidos por él hace segundos. Observó mi figura grácil y distinguida entre las efigies torcidas de mis colegas, y me miró a los ojos con una dulzura tal que pensé que iba a desmayar de la emoción. Supe que lo amaba con todas mis fuerzas y que él sentía lo mismo por mí y eramos dos jóvenes tratando de encontrarse en la multitud de micrófonos y policías. Entonces llegó hasta mí, me miró y escuché claramente el sonido inconfundible de un gargajo proveniente de mi wing izquierdo que impacto de lleno en la cara de mi fotógrafo, que cayó rendido al suelo en un ataque de asco. La gente se dispersó y William retrocedío para dar paso a su abuela, una señora horrorosa que terminó con mi cuenta de hadas al grito de "periodista de mierda ya te voy a enseñar a escribir mal de mi nieto". Senti que todo se desmoronaba, mi William cambiaba la cara y yo trataba de decir que era mi primer día en el caso, pero como la señora hacía ademán de cargar un nuevo gargajo me di a la fuga y todo desapareció detrás mío. Llegué a mi casa, garrapetee un estupidez sobre mi vigilia en la comisaría y me fui a dormir.
Al otro día, al parecer a pedido de mi fotografo a quien dejé abandonado en la escena del crimen, me cambiaron a la sección de necrológicas y se acabaron mis sueños de un plumazo.

Juan Duaca

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El abogado

Yo te voy a contar la posta de cómo son las cosas acá.. Este asunto del Willy ese (cheto del orto) y la muerte del pibe Acro, que de pibe no tenía nada pero bueh. Me saco el saco de abogado, entendé, la verdad yo soy un flaco común y corriente que fue a “robar” una carrera para hacer billete rápido y fácil en este ispa de justicia ciega sorda y muda que huele un billete y agarra viaje. Y claro, no es la única que agarra billete, yo también.
Lo de este pibe me salió bastante redondo. Miráme acá, tirado al sol tomándome unas birras. Lindo Miami, no? En fin. A mí me garparon viste. Me ofrecieron muy buena moneda y agarré viaje.
Me llamó por teléfono un día la vieja, la abuela de William, desesperada llorando que a su nieto lo andaban apretando de todos lados unos tipos y entonces ella tenía miedo y pretendía que al menos un abogado de confianza le defendiera al nene. Y ahí entro yo en escena.
A la abuela la conocí un día en la fila del anses cuando hacía laburitos de gestor. Ella entró a los gritos reclamando no se qué cosas y yo la frené en seco hablándole bajito y la calmé. Buena pilcha la vieja eh! Y calzó justo que me quedé chamuyándola y en un ratito la vieja ya me estaba diciendo muñeco, lindo y cosas así y aproveché y le enchufé mi tarjetita de abogado. Total no perdía nada.
La cosa es que cuando me llama yo no me la podía creer. Quedamos en reunirnos en su casa, un departamento que casi me caigo de culo. Yo me tunié joya para la ocasión y, sumale el muyo rebuscado de abogado –una de las pocas cosas que incorporé muy bien en la facultad- y la maté. Se quedó fascinada con mi estilo yuppie boga formal.
Después conocí a William, un pibe bien, fachero, bardero y creído, enfermito del negocio del futbol pero que no podía patear ni una pelota de un metro de diámetro. Nos hicimos medio amigotes incluso, traía una merca riquísima y nos pasábamos días enteros tomando encerrados en un cuarto rojo y blanco de su casa de fin de semana en San Isidro. Un bardo. Y así me fui enterando de las movidas del chabón, entre locura y locura el flaco me iba contando sus negocios. Hasta que una semana se puso todo muy denso y William me sentó y me dijo : “Sebastián, preparáte una coartada porque hoy se pudre todo, hacé los llamados pertinentes y arreglá al juez, al secretario y a la prensa porque la que se viene es jodida.. van a bajar a un pelotudo de los del otro bando para hacerme una cama a mí y a mi hermano, entendés? Quieren que quedemos pegados para adueñarse de los negocios. Nos tenemos que adelantar así se dan cuenta de quién manda. Hay que darles una lección a los villeros del tablón. La guita está” y me preparé.. y armé unas estrategias dignas del abogado del diablo, la peli ubicás? La ví como 100 veces…
Lo de Acro ya lo sabés. La hicieron corta y lo limpiaron sin demasiado preámbulo.
Yo tenía todo perfectamente organizado. Canas arreglados, el juez en el bolsillo, la prensa comprada, testigos, todo. Habíamos previsto que lo encanen a Willy así quedaba pegado y perdonado y el juez impoluto. Venía todo sobre ruedas hasta que el hijo de puta de William me arruinó… no se bancó la noche en la comisaría, un puto se lo quiso comer y al otro día, cuando le fuí a llevar algo de morfar con la vieja y de paso contarle las novedades del caso, en un ataque de histeria se rayó y me amenazó a mí, no solo con que no me iba a garpar sino que en cualquier momento yo era fiambre.
Me subestimó… y yo sabía que le iba a saltar la ficha por algún lado. Y como con estos chetos me las sé lunga me avivé antes y ya tenía preparado un contraataque por las dudas.
Salí de la comisaría y llamé a XX (no te voy a decir quién me da de la rica ahora) y arreglé todo.
Y si man, para la justicia, William y Alán mataron al pibe Acro. Y la realidad es que fue todo una cama gigantesca. Esa es la posta posta. Tengo documentos, grabaciones, teléfonos pinchados, agendas, horarios, todo todo documentado.
El señor XX garpó muuuy bien toda esa data y yo acá, panza arriba tranquilo. Alguna vez me tenía que tocar!
Lo único que extraño a veces es a la vieja… al final me encariñé con ella. Quién te crees que le enseñó a escupir así eh? Un villero, un villero del tablón! JA!

Penélope

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